El término papel procede del latino papyrus, que a su vez procede del griego.
La humanidad ha ido utilizando a lo largo de su historia distintos materiales como soporte de la escritura. Primero se emplearon la piedra, la madera, los metales o la arcilla. Y después fueron encontrándose materiales más apropiados como el papiro y el pergamino y, finalmente, el papel.
El papyrus lo obtenían los egipcios del tallo del papiro, una planta acuática que crece en las orillas del río Nilo. Se elaboraba cortando tiras largas y delgadas, con las que después se formaba una hoja que se prensaba y golpeaba con un mazo para obtener un grueso uniforme.
El papiro dejó de utilizarse por la invasión árabe, que dificultó el tráfico entre Oriente y Occidente, y por la competencia del pergamino. Hecho con piel animal limpia de pelo, estirada, macerada en cal y satinada, el pergamino fue muy utilizado en la Edad Media. El término pergamino procede de la antigua ciudad de Pérgamo, en Asia Menor, donde se elaboraban pergaminos muy apreciados.